Unos días era todo lo que necesitabas para irte, alejarte de la rutina apabullante de vaivenes de emociones y conflictos. Situarte lejos de esa selva de grises y rojos donde en vez de rugidos de panteras solo percibes los motores de máquinas humeantes. Cuentas los días para el Festival internacional de escritores en San Miguel de Allende. Un destino y un lugar mágico de angostas calles empedradas con gente que disfruta el aire que respira y llenando sus pulmones de aire que, en combinación con lo que ven se deleitan y satisfacen. Naranjas, azules y amarillos entre otros tonos son lo que esas antiguas fachadas lucen. Arte indeleble muestra esas construcciones que nunca pasaran de moda.

Festival internacional de escritores, ese nombre te impacta no tanto por abarcar el mundo entero mas bien por el hecho que albergará a escritores, y tu pretendiendo ser parte de este selecto gremio te entusiasmas de caminar por los pasillos del hotel Real de Minas la sede de este evento. Llegas solo, esta vez tu familia no te acompaña, Caminas hacia allá, con las manos metidas en las bolsas y tu mente llena de expectativas y preguntas ¿Conoceré a alguien allá? ¿Podré al menos platicar? ¿Compartiré al menos alguna impresión? Sales de tu hotel, solo que previo decides comprar un café, para que al menos una de tus manos deje de esconderse y tu ansiedad no sea tan evidente. Tu inseguridad de llegar solo te traiciona y te sientes fuera de lugar ¿Hice bien en asistir? No lo sabes, pero decides continuar, esta vez sacando la otra mano y tu paso se muestre mas seguro. Como soldado marchando al campo de batalla te diriges a la carpa G donde se impartirá tu primer taller. Claro que fuiste precavido en tus actividades previas que, sin dejar de bajar al gimnasio, lograste llegar quince minutos antes al lugar. Te haces a la idea que es por puntualidad, pero en realidad es tu forma de tentar el terreno y asegurar que nada te hará incomodarte. Cruzas los jardines del hotel, con el clima templado sientes una brisa fresca en tu cara, te sirves otro café y tomas una de las galletas y te sientas en unos sillones rojos protegidos de una sombra.

Llegas a la carpa y te sientas en la última banca, te gusta ver todo lo que sucede a tu alrededor. Prefieres que las palabras viajen, aunque sea por milésimas de segundos hasta llegar a ti. Revisas tu itinerario que cuelga de ese gafete con tu nombre, números y colores que traspasan tu piel y llegan hasta tu alma. Sabes que a lo largo de tu estancia no te lo removerás como tu escudo protector dotado de un código mágico.

Estas poco confundido con los horarios y los talleres, vuelves a leer la hoja que te dieron en el registro con el resumen de tu itinerario, quieres corroborar que estás en el lugar correcto. Has olvidado el tema del primer taller, lo vuelves a ver y descubres que incursionarás en el mundo de la narrativa en segunda persona. Oscar Plazola será quién lo imparta. Hasta ese momento el nombre no te dice nada, pero al terminar la sesión lo hará. Llegan los demás, tu cerebro se convierte en un scanner, los analizas quieres empatizar no siendo el único inseguro del lugar.

Comienzan las primeras presentaciones, mientras avanzan escuchas como los demás se introducen y esperas tu turno, repasas la forma en que lo harás incluso repites tu nombre una y otra vez. Quieres que salga perfecto pues sabes que solo hay una ocasión para dar una buena primera impresión. Toda va muy bien, escuchas al ponente, y cuando ya sientes que estás mas relajado te piden escribir un texto. Sabes que seguro tendrás que leerlo. Cuando es tu turno lo haces, tratas de contener esa temblorina mustia que sientes, respiras para que tu pulso sea más estable y las cosas te salen mejor de lo que esperabas.

Buscas caras, tratas de entablar alguna conversación mientras compras una botella de agua, tienes la boca seca. Junto a ti esta Mariana. reconoces su cara del último taller. No sabes su nombre, haces una pregunta trivial y cuando voltea miras su gafete. Van al mismo lugar. Salón 6 donde intentaras descubrir los secretos que oculta la edición para autores. Que, aunque crees conocer por tu experiencia previa, descubres que te queda mucho camino por recorrer.

Hambriento, puesto que con la ansiedad se te había olvidado desayunar decides regresar a tu hotel. Solo anhelas sentarte en la terraza para admirar la vista de San Miguel. Comer algo y tratar de terminar ese texto que iniciaste por la mañana. Se te va la tarde, observas que el cielo azul se va tiñendo de morado para obscurecer después de un rojo intenso. Observas como las luces de la catedral se van encendiendo y cuando te das cuenta ya la conferencia de la tarde había comenzado, mas no te afliges, sigues embriagado en el cálido anochecer. Escribes, disfrutas y vives.

Las cosas se te ponen mejor, el segundo día te toca aprender de Irma Gallo. Quién te abraza y te hace sentir importante. Te menciona en su ponencia e incluso hace publicidad de tu novela. Dejaste cinco ejemplares en la tienda y deseas que se vendan todos. Ya tienes amigos, incluso te sientas con ellos. Ya en los recesos caminan juntos y comparten contigo la sombra y el sillón rojo.

Descubres que puedes convertirte en Dios. José Eugenio Sanchez en el Laboratorio de creación poética te lo hizo fácil. Su personalidad fresca y su forma de hablar entusiasta te incitan a seguir incursionando en la poesía. Lees en la biografía de Dios en primera persona y mientras escuchas la de los demás te das cuenta la variedad de formas en que cada uno crea una imagen de su creador. Y así entre nuevos amigos, un pueblo mágico y los jardines del hotel sede te vas llenando de nuevas experiencias, te percatas que has elegido un camino arduo donde serás una sola arena en una inmensa playa. Tendrás que escribir mas con el corazón, tratar de transmitir a que lo lea eso que te quema en tu interior.

Te distraes ya que en la noche irás a la fiesta mexicana, no sin antes estar en la conferencia magistral de Cristina Rivera Garza. Te avergüenzas ya que al principio cuando te la mencionan no ubicas quién es, pero al ver la pancarta con la portada de su última novela te das cuenta de que es la autora que te llevó a leer una de tus novelas favoritas “Pedro Páramo”. Emocionado con unas horas de espacio decides regresar a la terraza de tu hotel donde y sentado en la misma mesa has disfrutado de la vista y de buena comida. Has escrito todas esas tardes ahí, así que aprovecharas cada oportunidad que tengas para hacerlo.

Ves el reloj, se te hará tarde. Quieres llegar con tiempo para tener buen lugar en la conferencia. Corres a tu habitación y dejas tus cosas. No quieres cargar tu mochila toda la noche. Sales hacia el hotel. Ya para ese día estas familiarizado con el lugar, tu caminata diaria se ha convertido en tu rutina. Vas por la misma acera, compras tu café y caminas. Esta vez lo haces con mas velocidad, llevas prisa. Llegas y apartas tu lugar, te sientas en el cuándo sabes que aún faltan unos minutos para que sea la hora, podrías salir a tu sillón rojo y disfrutar el atardecer, mas no lo haces no quieres perder tu lugar. Cristina decide leer un texto que habla de la inmigración de sus abuelos. Cuenta la historia de su familia que debatió en la frontera de México y Estados Unidos. Mientras lo narra te identificas y realizas que, en tu familia, y como muchas otras, hay una historia similar por lo que en la sección de preguntas te decides a levantarte y compartirlo con ella.

Esa noche entre tus nuevos amigos y el poeta Jose Eugenio Sanchez se pasan las horas conversando para terminar con ellos en una cantina hasta largas horas de la noche. Sabes que dormirás pocas horas ya que al otro día a las nueve de la mañana tienes otro taller y no quieres dejar tu rutina de bajar el gimnasio. Pero te es imposible pararte, suena el despertador y con toda tu fuerza lo apagas. Te levantas una hora después justo para llegar a tiempo al taller intensivo. El arranque de la novela te interesa mucho ya que sabes que las primeras hojas son cruciales, incluso en tu novela ese inicio fue trabajo difícil.

Comienza el taller con las introducciones normales, ya para ese día y siendo la misma gente te es mas fácil hacerlo. Pero en este caso te agarra desprevenido y te pide que hagas un resumen de tu novela. Justo cuando terminas te das cuenta de que no logras trasmitirlo y pasas casi todo el taller pensando en las mil cosas diferentes que debiste haber dicho. Más adelante te aventuras y lees el primer capitulo de lo que crees podrá ser tu segunda novela. Lo has trabajado mucho, incluso lo lees varias veces y te estremece, pero ahí no tuvo ese efecto. Te lo critican dando concejos prácticos que asimilas de la mejor manera.

Es casi hora de terminar, te entristece saber que es tu último taller antes de regresar. Te despides de los mas que puedes, te presentas con Verónica Flores y ahora si tratas de dar una mejor sinopsis de tu novela. Le explicas que te agarró frio, crudo desvelado.

Sales del recinto, sabes que ya terminó esta experiencia y solo te queda ir a recoger tus cosas para emprender tu camino de regreso a casa. Decides hacer el ejercicio que fallaste en la mañana y pasar por lo menos un rato mas en esa terraza del hotel Rosewood que tanto disfrutaste. Comienzas esta reseña, no quieres que esta vivencia no esté en un documento. Los momentos pasados, la gente conocido han dejado huella en ti. Finalmente es hora de salir, tu familia te espera en la Ciudad de México y tú también deseas estar con ellos.

Es increíble como San Miguel de Allende te absorbe, te imana y te llena. La carretea de regreso se convierte en una sala de aclimatación para aminorar el golpe de lo inmenso que sientes al llegar a la Cuidad de México. Lo gris, lo grande y lo apabullante te posee y solo deseas tener la posibilidad de salir otra vez, aunque sea solo por unos días.